De manera totalmente
inesperada, saltándose el texto previsto para la audiencia general, el Papa
improvisó unas palabras sobre lo que está viviendo en su propia casa. "Los
hechos que se vienen sucediendo en estos días en torno a la Curia y a mis
colaboradores provocan profunda tristeza en mi corazón", comenzaba así un
sencillo párrafo que sintetiza lo que el Papa piensa sobre este escándalo sin
precedentes.
Y es que la traición no es
plato de gusto de nadie, menos con 85 años y cuando viene desde dentro. Sin
embargo y aunque razones tendría de sobra, no pierde la confianza en quienes
trabajan con él porque sabe que junto a él también hay personas que le son
fieles: "Deseo renovar mi confianza, mi aliento a mis más estrechos
colaboradores y a todos los que cotidianamente, con fidelidad, espíritu de
sacrificio y en silencio me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio",
dijo.
Son palabras medidas, no sobra
nada, no falta nada. El Papa sabe exactamente qué quiere decir y así lo ha
hecho, como siempre sin miedo. Por eso ha hecho referencia a los medios de
comunicación que han amplificado la información "dando una imagen de la
Santa Sede que no corresponde a la realidad". Y es que, el objetivo de
este Vatileaks está lejos de la idea de purificación, de hacer limpieza por
amor al Papa, como aseguraba el cuervo, el fin es precisamente el contrario; el
desprestigio, la difamación y la calumnia del Papa y de la Iglesia católica.
Jesús Martínez
Madrid
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