Me ha parecido absurdo pero
sintomático el asalto a una escuela infantil en Mérida, regentada por
religiosos salesianos, llevado a cabo por un pequeño grupo de adolescentes que
iban “en busca de curas para quemarlos” y de crucifijos para destruirlos.
Tal vez haya sido un incidente
aislado, inducido en el marco de la huelga de estudiantes organizada por la
extrema izquierda que aborrece la libertad de enseñanza. Pero también denota el
influjo de la cultura del nihilismo a través de los medios de comunicación, la escuela
y algunas legislaciones recientes. Resultan inquietantes la ignorancia, la
violencia y, por que no decirlo, el odio a la libertad que manifiestan estos
jóvenes. Para la Iglesia los datos conocidos sobre aquel acto suponen un gran
desafío en el marco de la Nueva Evangelización, y el anunciado Congreso de
Pastoral Juvenil puede ser una oportunidad dentro de un largo camino. Pero la
deriva de un sector juvenil nada despreciable afecta al conjunto de la
sociedad, que debería reconocer la situación de emergencia educativa más allá
de etiquetas de partido.
Jesús D Mez Madrid
(Girona)
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