viernes, 26 de febrero de 2010

“Un mundo de iniquidad”

Me refiero a la lengua, esa parte tan pequeña de nuestro cuerpo y que puede hacer tanto daño a nosotros y a los demás. La frase no es mía es de la carta del apóstol Santiago que dice: “si hay alguien que no falta de palabra es un hombre perfecto y es además capaz de controlar su cuerpo”. Asombroso ¿verdad? La lengua cuando se desata puede destruirlo todo, la fe, el amor, la fama, la inocencia, el buen nombre, las ilusiones, etc. Santiago continúa poniendo ejemplos para hacernos ver lo que es la lengua y nos dice: “que a los caballos le ponemos freno en la boca para que nos obedezcan, también pone el ejemplo del barco, que aunque sean grandes a pesar de los vientos son dirigidos por un pequeño timón según deseo del piloto”.
Bueno, pues la lengua, tan pequeña ella, cuando se inflama es ingobernable hasta convertirse en un mundo de iniquidad.
Toda clase de fieras, han sido domadas por el hombre pero ningún hombre ha podido dominar la lengua y con ella podemos hacer el bien y el mal. Esto que se dijo hace 2000 años sigue de plena actualidad porque la lengua nos domina y es un instrumento que destroza lo que quiere creando dudas, envidias, rencillas, desorden y toda clase de males. El dominio de la lengua y la moderación en el hablar podría ser un nuevo deporte. ¿Seríamos capaces de ponerlo de moda?
En un poema del maravilloso Miguel Hernández dedicado a su hijo en el que le va dando consejos en un momento determinado hablándole de los dientes le dice: “cuando en la dentadura sientas un arma…”.
También sabemos los mayores que en la lengua tenemos un arma poderosa para ensalzar lo malo y ridiculizar lo bueno.

Piedad Sánchez de la Fuente

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