lunes, 24 de noviembre de 2008

"El grito silencioso"

Bernard Nathason, popularmente conocido como el "Rey del aborto", al terminar su carrera de medicina, se enamoró de una joven judía, aunque tenían planes de matrimonio, ésta quedó embarazada, fue entonces su padre quién le aconsejó e incluso le envía dinero suficiente para que decidiera entre "que abortara la chica o irse a Estados Unidos y ser un brillante profesional". Éste se lo pensó y mandó a Rut –su novia- a abortar, no tuvo ni siquiera la valentía de acompañarla, la envió en un taxis y ella estuvo a punto de perder la vida. Se recupera milagrosamente, pero ambos terminan su relación. Aunque ni tan siquiera estuvo presente, algún día más tarde diría Bernard que "ese fue el primero de sus 75.000 encuentros con el aborto, me sirvió de excursión iniciadora al satánico mundo del aborto".
Pero cuando éste deja la clínica abortista y pasó a ser jefe de obstetricia del Hospital de St. Luke´s, ya las nuevas tecnologías, el ultrasonido, hacían su aparición y fue cuando Nathanson pudo observar el corazón del feto en los monitores electrónicos, entonces es cuando se plantea por vez primera "¿qué era lo que estábamos haciendo verdaderamente en la clínica?".
Reconoció públicamente su error y en la revista médica The New England Journalof Medicine escribió un artículo sobre su experiencia, reconociendo que en el feto existía vida humana. Esta decisión provocó una fuerte reacción y tanto él como su familia recibieron incluso amenazas de muerte, pero Bernard había llegado a la conclusión de que abortar "era un crimen".
Posteriormente un nuevo experimento con los ultrasonidos le sirvió de material para un documental que hizo horrorizar al mundo, lo tituló "El grito silencioso".
En 1984 Nathason le pide a un amigo suyo –que practicaba abortos- que colocara un aparato de ultrasonidos sobre la madre, grabando la intervención, cuando vio las cintas conmigo relata: "quedó tan afectado que ya nunca más volvió a realizar un aborto".
Y, como Bernard siempre tuvo muchas personas que estaban rezando por su conversión, el 9 de diciembre de 1996, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la cripta de San Patricio se convertía en hijo de Dios, recibiendo los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Un amigo suyo que estaba presente expresó: "Esta semana experimenté con una evidencia poderosa y fresca que el Salvador que nació hace 2.000 años en un establo continúa transformando el mundo".
Próxima la fiesta de la Inmaculada encomendemos a Ella a tantos asesinos que hoy en día continúan matando a seres indefensos, en la confianza de que nos escuchará.

María Muñoz

No hay comentarios: