lunes, 18 de marzo de 2013

La principal misión


Acompañado por las oraciones de millones de fieles en todo el mundo, se reunió en la tarde del pasado día 12 de marzo en la Capilla Sextina el Cónclave de los 115 cardenales que eligieron al sucesor 266 de San Pedro. Los medios de comunicación se habían vaciado en conjeturas sobre quien será el elegido, como si asistiéramos a una especie de batalla electoral de corte político que nada tiene que ver con la realidad de este acontecimiento eclesial de carácter esencialmente espiritual, los candidatos decían cuando en realidad nadie había presentado su candidatura, los hechos han demostrado que todo ello solo eran conjeturas. Lo único que importaba a los cardenales electorales, era poner las llaves de San Pedro en las manos adecuadas. La renuncia de Benedicto XVI, que tanto ha conmocionado a la cristiandad, ha venido a poner de relieve, precisamente, la inmensa responsabilidad, de por sí sobrehumana, que recae sobre las espaldas de un Papa cuya principal misión es la de orientar el camino religioso, espiritual y moral de la comunidad de creyentes más numerosa y difundida por todos los continentes.
La incesante obra a nivel mundial


Una vez conocido el nombre (Francisco I) y la personalidad del nuevo Papa, unidos en la caridad, los católicos de todo el mundo debemos rezar con particular intensidad en estos días, para que pueda continuar esa incesante obra a nivel mundial, al servicio de los hombres de este tiempo concreto, con la prioridad de prestarles el servicio más alto posible, que consiste en ofrecerles la luz del Evangelio y la fuerza de la gracia de Dios. Esa es la tarea fundamental del Papa y que en modo alguno ha de ser un superhombre, al modo que pareciera dibujarse en ciertos perfiles que estos días hemos visto en los medios de comunicación. Tan sólo ha de ser un hombre cautivado, como Pedro, por el amor a Cristo y a los hombres y mujeres de esta época.


Suso do Madrid

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