El pasado mes de febrero se
han cumplido 1.700 años del Edicto de Milán. El Edicto marcó el futuro del
cristianismo, del imperio y de muchos futuros reinos y democracias actuales. No
obstante, durante la revolución francesa o bajo los regímenes socialistas del
siglo XX se han vuelto a producir persecuciones contra los cristianos aún más
crueles que las de Diocleciano y Nerón. También en las modernas democracias hay
preocupantes intentos de limitar la libertad religiosa, cuando se pone en tela
de juicio la actuación política de una persona por sus convicciones religiosas,
como cuando se niega el derecho a la objeción de conciencia, o cuando el Estado
adopta posiciones ideológicas beligerantemente laicistas, pretendiendo
erradicar del espacio público cualquier manifestación de la fe de los
ciudadanos. 17 siglos después del Edicto de Milán es habitual todavía una
concepción sesgada de la libertad religiosa como simple libertad de culto,
olvidando que la libertad religiosa consiste también en poder vivir y trabajar
por el bien común conforme a la propia fe, en privado y en la vida pública.
Jaume
Catalán Díaz
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