lunes, 31 de agosto de 2009

La castidad de Kaká

Leo en una revista, la burla sorprendente de la periodista Carmen Gallardo contra Kaká: “Lanza mensajes apocalípticos para acabar con las multinacionales del preservativo. Ya lo dijo Nietzsche: en algunos, la castidad es virtud. En muchos es casi un vicio”. La declaración que suscitó este comentario fue: “Elegimos llegar castos al matrimonio. Para nosotros, la noche de bodas fue bellísima”. Algunos definen nuestro mundo como un gran palacio de lujuria, en el que, desde que tenemos uso de razón, somos adiestrados en el arte maligno de la seducción con un único objetivo: llevarse al otro a la cama sin más consecuencias que disfrutar. Por suerte, ahí están los políticos de turno para animar a los jóvenes al sexo precoz, solventando esa nadería del embarazo con píldoras y un aborto cada vez más libre, o un sistema sanitario que cubra todas las enfermedades sexuales. Y ya casados, el cine, los periódicos y la TV se encargan de proponernos un adulterio que termina por herir de muerte tantos matrimonios, o un elenco de imágenes lascivas que impregnan nuestra mente de pornografía. Que la castidad es virtud nadie, salvo los impuros, lo niega, y para llegar a vivirla necesitamos hacer algo más que apagar la televisión o saltarnos algunas páginas del diario. Pero por algo se empieza.


Eva N Ferraz

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